En las últimas décadas, el reto de reducir las ineficiencias de temperatura y minimizar el impacto de la polución sonora se han convertido en dos factores centrales para la construcción, motivo por el cual el sistema de doble vidrio hermético ha ganado un protagonismo central en el diseño de las aberturas.
Efectivamente, el doble vidrio hermético constituye el sistema ideal para todos aquellos casos donde las premisas de diseño son el uso racional de la energía de climatización y la obtención de un adecuado control acústico. En comparación con un simple vidriado, permite reducir las pérdidas de calor de calefacción hasta en un 50%. Más aún, cuando en su composición intervienen cristales de control solar, el efecto del sol puede ser considerablemente minimizado, reduciendo el sobrecalentamiento de los ambientes. Esto permite disminuir la potencia de los equipos de calefacción y refrigeración, acotando de forma permanente el consumo de energía.
De hecho, durante el invierno, el empleo del doble vidrio hermético respecto de un simple vidriado permite lograr tres efectos adicionales sobre el confort de los ambientes. En primer lugar, se consigue que el aire próximo a una ventana no se enfríe de igual manera que con un vidriado simple, evitándose las corrientes convectivas. En segundo término, se impide que las ventanas presenten superficies excesivamente frías, con la consecuente sensación de incomodidad para quienes lo perciben. Finalmente, se logra que la temperatura del vidrio interior sea superior a la temperatura del punto de rocío del aire, evitando que el vidrio se empañe por condensación de humedad.